sábado, 25 de septiembre de 2010

Diferencia y similitud entre un gato y un mentiroso

(177) Viernes 24 de septiembre
“La gran diferencia entre un gato y un mentiroso es que el gato tiene apenas nueve vidas”, decía Mark Twain.
¿Cuántas vidas tiene la mentira neoliberal? ¿Son muchos o pocos los que siguen creyendo en ese modelo de sociedad que gira en torno a las privatizaciones, la apertura económica y las desregulaciones, con sus falsas promesas del vaso derramado que alcanzará a los pobres? ¿Cuántos todavía piensan que el achique del estado es la grandeza del país? Nuestro presente pareciera estar asistiendo al funeral de estas ideas. Sin embargo, ¿hasta dónde está muerto este difunto? ¿No estaremos buscando entre los muertos al que está vivo? Volvamos a Marx Twain y preguntémonos, ¿cuántas vidas tiene el neoliberalismo?
Un lugar de análisis político común diría que el neoliberalismo en Argentina murió con Menem y fue enterrado con De la Rúa, y que la derecha que hoy irrumpe aglutinada en ese mamarracho opositor al gobierno vendría a ser un retorno de los muertos vivos. Dentro de esta lógica el gobierno sería la principal y casi única instancia superadora de ese pasado tenebroso y quien se lleva el mérito de dejar al desnudo los mezquinos intereses de los grandes grupos económicos y las corporaciones históricamente aliadas a ellos.
Pero vayamos despacio. “Si se despedaza una mentira, decía O´Neill, los pedazos son la verdad”. Hoy corremos ese riesgo. Sería necio y miserable no reconocer que este gobierno ha dado pasos significativos en torno a la distribución de la riqueza y del poder real y simbólico.
Sin embargo hay fotos que duelen y son algo más que un accidente o un hecho aislado de la política. Particularmente hay una instantánea que presenta a nuestra Presidenta compartiendo una reunión social con los directivos de la megaminera Barrick Gold en Toronto, que duele. Y duele justamente por lo simbólico y por lo que implica como realidad concreta. La Barrick es una compañía con millonarias inversiones mineras, fundada por Peter Munk con dinero del principal traficante de armas del mundo Adnan Kashogui, que explota nuestros recursos naturales mediante técnicas completamente contaminantes a cielo abierto en zonas que deberían estar protegidas, desarrollando una verdadera depredación de la naturaleza. ¿Es necesario recordar que esta contaminación de tierras y napas además de destrozar medio ambiente, flora y fauna a un nivel que demandaría más de 100 años para su recuperación, produce enfermedades terminales como el cáncer, entre otras? En lo político económico estas empresas con impuestos irrisorios y cancha libre significan simple y llanamente fuga de capitales y ganancias fuera del país.
Tanto el modelo agropecuario y la minería que comenzó a instalarse a fines de la década pasada afectaron a campesinos pobres y pueblos originarios, un sector silenciado y ubicado en las antípodas de la Mesa de Enlace.
Con esto estamos diciendo que el modelo neoliberal en gran medida sigue funcionando, se ha travestido, disfrazado, volcando su actividad hacia la explotación y apropiación de los recursos naturales. Ya no necesita el desguace de los estados nacionales ni la precarización del trabajo y sus leyes. La tarea ya quedó hecha. Ahora el centro de atención ha virado.
El neoliberalismo se licua como el mercado, es volátil, sutil, etéreo.
Nuestro crecimiento económico basado en exportaciones de commodities y minerales, ¿no termina siendo una especie de reprimarización de la estructura productiva del país que nos sigue haciendo a corto y largo plazo dependientes? Pensemos en quienes siguen recibiendo los mayores beneficios de este modelo económico. ¿Será casual que los bancos que hace 10 años cerraban sus puertas tengan hoy las mayores ganancias de su historia?
Pero no es solo la política de recursos naturales el agujero negro de este gobierno. Merecen un párrafo aparte los que se siguen llevando todo con la venta de los productos que produce el "campo", la vieja y poderosísima casta exportadora (Cargill, Dreyfus, Bunge…). También la agroindustria y todos los laboratorios de agroquímicos (Monsanto, Bayer…). E incluso los pools sojeros que vertiginosamente se instalan para quedarse con las más jugosas ganancias de esta patria sojera con el consiguiente aniquilamiento del suelo.
Preguntas: ¿No estamos ante una política concebida como simple gestión de negocios? ¿Cuál es el protagonismo real de las bases en las grandes decisiones del gobierno? ¿Qué construcción de poder es este en el que el pueblo no interviene ni se expresa, ni se reúne, ni declara? ¿No es ese protagonismo popular el mayor garante de estar lejos de cualquier autoritarismo y a un mismo tiempo el mejor antídoto para el desentierro de las nefastas recetas neoliberales? La verdad del neoliberalismo de los 90 criticada por el oficialismo como si él nada tuviera que ver, ¿no es una narración demasiado tardía en la que no se termina de hacer cargo de sus propios errores, los de ayer y los de hoy? Quien espera a contar la verdad cuando no hay otra salida, ¿no está rozando la mentira?
Si bien siempre seguirá teniendo vigencia el esquema "oligarquía contra el pueblo", ¿no queda reducido tal esquema a una excusa para justificar un apoyo incondicional al gobierno, retirando a un mismo tiempo cualquier presión para que el mismo profundice los cambios que estamos reclamando? ¿Será tan cierto que decir estas cosas es hacerle el juego a esta burda derecha opositora? ¿No necesitamos empezar a mirar el medio vaso vacío para que nadie lo llene de basura?
Sí, “la gran diferencia entre un gato y un mentiroso es que el gato tiene apenas nueve vidas”. Lo que tienen de parecido, es que siempre caen parados.

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