sábado, 2 de octubre de 2010

Rafael Correa, el secreto de los hombres libres

(178) Viernes 1 de octubre de 2010

Del hospital me sacarán "cadáver o Presidente" dijo el máximo mandatario de Ecuador Rafael Correa. En una muestra de coraje y lucidez y ante una multitud que lo aclamaba, después de haber sido rescatado por fuerzas militares, volvió a denunciar "un intento de golpe de Estado de un grupo de policías, víctimas de una formidable campaña de desinformación”. Correa en un encendido discurso acusó por Radio Nacional a sectores opositores cercanos al ex mandatario Lucio Gutiérrez por esta miserable sublevación. Mientras tanto el pueblo cantaba “Correa, amigo, el pueblo está contigo”. Y nada dejaba lugar a duda de que esto fuera así.
"Podrán cortar las flores pero no podrán detener la primavera", había dicho unas horas antes citando a Neruda. "Pueden matar al presidente pero lo importante es la causa, y después de mi vendrán miles de Correa más, vendrán miles de revolucionarios, de ciudadanos que continuarán con nuestro proyecto". "No voy a claudicar", "Prefiero la muerte a abandonar mis principios". Llegó a decirles a la policía ofreciendo el pecho "¡Si quieren matar al presidente, disparen... aquí está!". Habría que remontarse a la figura de Salvador Allende para encontrar tamaña grandeza de alma y generosidad.
La sucesión de los hechos que vivimos ayer dio comienzo cuando un grupo de policías tomó a la fuerza el Regimiento Número 1 de la ciudad de Quito en protesta contra la negación al veto de una ley que contempla eliminación de bonificaciones y ascensos. El dato, que hasta aquí podría parecer de simple reivindicación sectorial, en realidad fue la excusa para llevar adelante un claro intento de golpe de Estado. Durante la jornada, la indignación entre la ciudadanía fue en aumento al saberse que Rafael Correa había resultado herido por la policía y necesitado asistencia médica. Secuestrado en el Hospital de la Policía con una herida en la ceja y con ciertas complicaciones en su rodilla recientemente operada se temió seriamente por su vida. Allí permaneció hasta que casi a medianoche un grupo de militares, después de 35 minutos de tiroteos, lo rescató.
No es necesario ser analista de política internacional para dar por descontado que estamos ante un claro intento por silenciar la voz del Ecuador y de su Presidente, quien se viene enfrentando a la política intervencionista de los Estados Unidos en la región y a las típicas oligarquías nativas. Intentos desestabilizadores como estos solo buscan retrotraer a nuestra región a la época de golpes de estado, ahora bajo otras fórmulas, para restaurar la dominación de los grupos de poder de siempre.
La UNASUR reunida en Buenos Aires con los presidentes del continente apoyó de manera clara y contundente a Correa. Evo Morales con su habitual valentía no dudó en declarar que este golpe está dirigido "a los presidentes anticapitalistas y antiimperialistas" y que "busca acabar con la ALBA-TCP y la UNASUR".
No deberían sorprendernos a esta altura de nuestra historia los sucesos del Ecuador. ¿No existen escenarios paralelos, comparables en el resto de la mayoría de nuestros países latinoamericanos? ¿No están agazapados y amenazantes tantos grupos de poder que operan en Brasil, Bolivia o Argentina y que se resisten hasta lo último de la vergüenza que no tienen por defender los privilegios de los que siempre gozaron?
La derecha es tan idéntica a si misma que sus escenarios son una anécdota. Tiene un exacto modus operandi en la geografía que se les presente. Por semejantes y tan sórdidos motivos a los reclamados en Ecuador mataron a muchos acá. Picanearon, torturaron, violaron, ultrajaron, robaron bebés, desaparecieron a miles, tiraron cadáveres y adormecidos al mar, asfaltaron calles sobre restos humanos, metieron descargas eléctricas a embarazadas, sembraron un país con campos de concentración, nos metieron en una guerra absurda. Y ahora vienen a decir que estamos en una dictadura porque Bonafini dijo que había que tomar la Corte. En el pasado, en el mejor de los casos se hicieron los boludos y hoy vienen a darnos cátedras de urbanidad. Se parecen tanto, digo, los de esta derecha sanguinaria de Ecuador con los nuestros. Son tan iguales, tan clonados.
Menos mal que ayer frente a ellos hubo un hombre y un pueblo. Del hospital me sacarán "cadáver o Presidente", había dicho. Y a nadie le quede duda, salió más presidente que nunca. Más él mismo, más Correa, más pueblo. El mundo por estas horas sabe que si la crueldad es la fuerza de los cobardes, la verdad es el secreto de los hombres libres.

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