(165) Sábado 3 de Julio de 2010
“Qué se calle este tipo”, dice un periodista refiriéndose a Maradona. ”Que dirija a su equipo, que es lo que tiene que hacer, y que pare de hablar”. Ayer también pedían lo mismo: Que juegue y calle.
Por estos días recordé a aquel torpe rey de España, Juan Carlos de Borbón, (todo rey es necesariamente torpe y patético en pleno siglo XXI en razón de un anacronismo insalvable) quien durante una Cumbre Iberoamericana en Chile, tuvo una rabieta infantil que lo llevó a decirle a Chaves, presidente de Venezuela, “¿Por qué no te callas?”. Repaso también una admirable página de Pablo Feinmman analizando el suceso: Qué cosas tan incómodas ha dicho. ¿Cómo se atreve a usar contra el colonizador el Verbo que éste le ha prestado? Si se han hecho hombres por nosotros, si se han integrado a la Historia porque cierta vez los invadimos, les dimos un Dios, matamos a los inútiles y los rebeldes, les quitamos sus riquezas y les dimos la Razón, el Progreso, la Civilización. ¿Por qué usan contra nosotros una palabra que nosotros les dimos? ¿Por qué no se callan? Basta de usar el Verbo, tú, hijo de indígenas, descendiente de esclavos. Es un rey europeo el que te lo ordena. Un descendiente de colonizadores, de osados aventureros que os han descubierto para la Historia, de una civilización que ha puesto el Verbo en tu bocaza insolente.
Toda la historia del colonialismo late en esa frase “¿Por qué no te callas?”. En cada intento por hacer callar a quien en alguna medida ose tocar al poder se le puede seguir tomando el pulso a ese rancio colonialismo. Querer callar a Maradona es un ejemplo elocuente del cual hoy queremos hablar.
Diego dice:
-"De un golpe salí de Fiorito y fui a parar a la cima del universo y allí me las tuve que arreglar yo solo."
-“Me acuerdo de los Cebollitas, de los arcos de caña cuando jugábamos solamente por la Coca y el sándwich. Eso era más puro".
-Que se calle, y regrese a la pureza de Fiorito que tanto extraña, grita el poder. Esta historia no nos interesa.
Pero la estrella no cierra su bocaza insolente:
- “Yo crecí en un barrio privado de Buenos Aires... Privado de agua, de luz y de teléfono...”.
-Con ironías estamos, vocifera el colonizador. Nunca debiste mover un solo pie de tu lugar de origen. Y ya que lo hiciste, al menos, no nos incomodes.
-"Solo les pido que me dejen vivir mi propia vida. Yo nunca quise ser un ejemplo", interrumpe Diego (la voz del colonizado invariablemente interrumpe, porque la auténtica palabra es siempre del colonizador, el verdadero dueño del verbo). -¿Vivir la propia vida? ¿Quién lo ha visto y quién lo ve? Haría bien en frenar su lengua.
Arremete Diego:
-"El fútbol debería ser gestionado por los futbolistas; los dirigentes sólo desean robar el dinero de los clubes y salir en la foto”.
-¡Debería darle vergüenza hablar así de quienes le dieron de comer! ¡Qué desagradecido, si por nosotros llegó hasta donde llegó!!
Retruca Maradona:
-“Los dirigentes de Boca son más falsos que un dólar celeste”.
-¡Callen a este sudaca levantisco, rebelde y díscolo! gritan los dueños de la palabra casi al unísono con el rey Borbón, moviéndose dentro de su lógica. ¡Que se calle el negrito!
Pero el negrito no se calla, por negro y por bocón, y entonces, después de visitar al Papa embiste con su lengua:
-"Adentro del Vaticano está todo forrado de oro y afuera los pibes se están muriendo de hambre".
-¡Qué osadía meterse contra la Santa Sede! ¡Qué temeridad y desmesura viniendo de quien viene!
Pero Maradona no cede ni ante la Santa Sede y ahora le toca a Coppola que “es vivísimo. Fuma debajo del agua”. Y después al Juez "Bernasconi (que) es extremadamente rápido. Tiene la capacidad de colocarle un supositorio a una liebre corriendo."
No hace mucho hizo una declaración de principio irritante: “Me gusta pegarle a la gente cuando tiene las dos manos arriba. Cuando las tiene bajas, me gusta ayudarla”.
Tal vez por algo o mucho de esto, más de uno quiere verlo caído. Caído, para que se calle. Maradona por origen y por opción, aunque hace rato dejó de ser un pobre, nunca será uno de ellos. Por eso piensan que si él gana, condena a la gente culta, a los civilizados, entronizando a la barbarie.
“¿Por qué no te callas?”. Resabios de ese racionalismo europeo colonizador que exige sumisión y silencio, que aquí hablo yo y los demás escuchan, y cuyos apóstoles son los mismos que se molestan con el “dale campeón” porque tiene el estribillo de la marcha peronista.
Están agazapados: si Argentina gana, todo bien. Pero por si pierde, ya tienen armada una larga lista de negros villeros maleducados, como para no dejar huérfana a la derrota.
“Nunca imaginé que hubiera gente que se alegre por mi tristeza”, dijo Diego en 1990. A 20 años, haría bien en figurarse un vasto coro de alcahuetes del poder celebrando su fracaso y haciendo leña del árbol caído. La boca se te haga a un lado. Pero, ¿qué hacer? Es el colonialismo, con sus agentes trabajando a pleno. Ellos saben con mayor o menor conciencia que el punto de partida para recomenzar una y otra vez la tarea colonizadora siempre será convencernos de algo muy sencillo: “¿Por qué no te callas?”.
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