sábado, 29 de agosto de 2009

Dilemas: Hacia dónde vamos o a dónde vamos a parar

Dilemas: Hacia dónde vamos o a dónde vamos a parar

(134) 29 de Agosto de 2009

Mafalda está sentada en el escalón de su casa mientras mira pasar a dos señores que van conversando. Uno de ellos dice: “¡Es una barbaridad! Me pregunto dónde vamos a parar”. Mafalda piensa. Finalmente se pregunta: “¿Y no sería mucho más progresista preguntarse dónde vamos a seguir?”
Esa es la pregunta, ¿dónde vamos a seguir?, y quién me la hace es Ezequiel, como tirando una punta para pensar esta realidad que nos toca vivir. Leo y releo su mail: Pienso en el momento histórico que transitamos, me dice. ¿Cuál es la palabra esencial que debe expresar nuestro programa? Entonces Ezequiel realiza una mirada autocrítica hacia adentro. Considera que mi modo de pensar lo político se concentra fundamentalmente en enfrentar a la derecha, focalizar allí la crítica, evitando o diluyendo esa energía para hacer lo mismo con el gobierno. Por otro lado, admite que su crítica principalmente queda centrada en el gobierno, corriendo el riesgo de ser funcional al discurso de la derecha.
Así planteado el dilema, y a la luz del chiste de Quino me veo tentado a decir que al Kirschnerismo en alguna medida todavía se le puede preguntar “dónde vamos a seguir”, mientras que con lo que hoy por hoy es oposición solo queda preguntarse “dónde vamos a parar”. Pero esta sería una coartada fácil, casi una chicana, que no hace más que eludir el diálogo frontal que propone Ezequiel, y reduce a nada el embrollo de una cuestión que seguramente no es ni tan lineal, ni tan simple.
Ciertamente después del 2001, y con la presidencia de Kirchner, se abrió una nueva etapa en el campo popular, del centro a la izquierda. Lo que antes era una homogeneidad para enfrentar al neoliberalismo como claro enemigo, hoy aparece mucho más disperso, ya que una fracción de ese campo de resistencia está en el oficialismo, es poder o al menos tiene parte de él. Queda claro también que a la derecha del gobierno se rearman los sectores que pretenden acentuar la concentración económica y de poder de la clase dominante. Con su lógica reaccionaria claman por volver al FMI y restituir confianza en los “inversores” junto con la baja en las retenciones agropecuarias y el aligeramiento de la presión impositiva. Ocultan la perversa tesis de los ’90 en la cual siguen creyendo: una vez que derrame la copa de los ricos, el rebalse alcanzará a los pobres y a la clase media. Nauseabundo.
No tiene semejante visibilidad el determinar qué hay realmente a la izquierda del oficialismo.
Por lo tanto podemos estar de acuerdo en que si antes analizábamos sintéticamente la correlación de fuerzas entre dos oponentes: campo popular vs. clase dominante hoy vemos tres actores: campo popular, Kirchnerismo y clase dominante. El lugar que ocupa el Kirchnerismo es pendular, pero no como virtud de equilibrio, sino más bien como estrategia de acumulación de poder, con más componentes declamatorios que tangibles. El actual gobierno es más amigo de palabras fogosas que efectivas, y sigue con el nefasto vicio de amagar por izquierda y pegar por donde venga.
Paja y trigo. Sin embargo, ¿Es posible rescatar acciones concretas del oficialismo, como quien saca la paja del trigo? Entiendo que sí: Los aciertos en materia de derechos humanos en lo que se refiere a juicio a represores de la dictadura. El intento de distribución de la riqueza a partir de las retenciones, algunos enfrentamientos con la Iglesia; una política exterior relativamente alejada de la órbita del Imperio, la reestatización del sistema jubilatorio, la rescisión del contrato entre la AFA y Clarín, el grupo mediático más poderoso de nuestra historia, el haber generado el marco para la reciente ley de despenalización del consumo de drogas, y haber impulsado este proyecto de ley de medios para que se debata en el Congreso.
Se podrá objetar, y no sin razón, que hay profundas grietas o fisuras en el cómo, cuándo y dónde se hizo mucho de lo que se hizo. Qué los derechos de ayer sirven para tapar los que hoy se violan y en gran escala, que Julio Grondona es el Padrino, que las retenciones se hicieron con una desprolijidad y una sucesión de errores imperdonables… pero en principio entiendo que se puede decir que en sí mismas estas medidas tienen más de bueno que de malo.
Así y todo el brete no es fácil: ¿al lado de Clarín o de Grondona?, ¿Elogiando el fútbol para todos y haciéndose los boludos con una política minera a cielo abierto que significa el saqueo de nuestros recursos naturales?, ¿sumados al cinismo de una derecha que recién ahora se acuerda de los pobres y los pequeños productores o al lado de un mismo gobierno que hace años viene privilegiando a los grandes pooles de siembra, esos que hoy critica? ¿A favor de la regulación a los buitres mediáticos que ayer nomás se beneficiaron con las licencias que les dio el kirschnerismo?
¿Cómo explicar semejante histeria política? ¿Será que el gobierno pretende enfrentar el modelo neoliberal, pero los grupos de poder que sostienen este sistema ponen palos en la rueda? ¿O el mismo gobierno es parte de ese modelo que parece criticar? ¿Estaremos ante un gobierno sencillamente populista al que solo le interesa mantenerse en el poder? Tal vez este gobierno sea todas estas cosas a un mismo tiempo, un espacio en disputa, en proceso de construcción. Hoy por hoy, el Gobierno o cede a los grupos de poder de la derecha, o acentúa las políticas de intervencionismo estatal que hasta aquí le dieron sustento. Lo primero sería suicida. Ceder a las extorsiones corporativas sería un camino de difícil retorno. Ya es demasiado lo que el gobierno despilfarró por no poner todas las fichas a una construcción progresista y de verdadero sentido popular.
El escenario es complejo por donde se lo mire y nos tienta a hacernos algunas preguntas:
¿Criticar al gobierno nos pone junto a la derecha, habilita necesariamente este discurso, nos hace funcionales a ella? ¿Es posible ser crítico sin quedar pegados? ¿No es el mismo oficialismo con sus virtudes populistas y los errores y horrores del caudillaje presidencial quienes alimentan el surgimiento de algún fantoche de derecha con pretensiones mesiánicas?
Hay otro país posible, pero, ¿cuál es, en términos concretos, su horizonte? O sea, Kirchner ciertamente no es la izquierda, pero a la izquierda de Kirchner, ¿qué hay? ¿qué puede haber? ¿Es equivocado, en este contexto histórico, volver a hablar de transformaciones profundas, de socialismo, de otro sistema y de las grandes utopías? Tal vez tengamos que hurgar más y encontrar cuáles son esos nuevos actores invisibles, desperdigados, que intentan construir una alternativa de cambios profundos, como grupos sociales dispersos, a paso de hormiga. ¿No será que todavía los compañeros de destino seguimos demasiado separados?
Hacia dónde vamos o a dónde vamos a parar: ahí está la cuestión.
Hay veces que no cabe ensayar respuestas definitorias o únicas sino sencillamente tratar de acertar con algunas preguntas. Quien suscribe estas líneas por el momento se conforma con que los oyentes se las hagan a sí mismos.

No hay comentarios: