sábado, 26 de diciembre de 2009

El humanismo se ha corrido de lugar

(149) 12 de diciembre de 2009
Dos semanas atrás el triunfo de Pepe Mujica en Uruguay abría nuevas esperanzas en el mapa político de América Latina. A días nomás del trascendente triunfo de Evo Morales en Bolivia nos surgen renovadas –y tal vez más hondas– razones para celebrar. También nos brotan algunas preguntas y alguna que otra convicción.
¿Cuál es el secreto, la clave, que explique el éxito de la política llevada a cabo en Bolivia? ¿En qué pilares se sustenta este proyecto transformador que se levanta en medio de una cultura que todavía sigue vomitando su escepticismo y su desprecio por la vida como desperdicios neoliberales? ¿Qué es lo que está haciendo tan bien Morales para que Bolivia haya empezado a tener destino?
Evo, el primer presidente democráticamente reelecto en dos términos sucesivos en la historia boliviana, mejoró el porcentaje de votos con que fue electo la primera vez. Consiguió nada menos que el 63 por ciento de los sufragios. Para su tranquilidad y la de su gobierno también obtuvo una mayoritaria representación en la Asamblea Legislativa. “Ahora tenemos la enorme responsabilidad con Bolivia, con la vida y la humanidad de profundizar y acelerar este proceso revolucionario”, dijo el flamante presidente. Impensable semejante discurso no hace tantos años atrás, como impensables las acciones que rubricaron sus palabras.
La pregunta acerca del éxito de esta gestión se hace más inquietante cuando uno observa la proeza que significa superar el desgaste de cuatro años de gestión, los obstáculos interpuestos por la Corte Nacional Electoral, la manifiesta hostilidad de Estados Unidos, las permanentes campañas de desabastecimiento, y hasta los intentos de golpes de Estado, y amenazas de muerte al mismo mandatario.
La mayoría de los analistas coincide en reconocer que el secreto está en un gobierno que ha cumplido con sus promesas electorales y que, por eso mismo, desarrolló una activa política social. Atilio Borón enumera un conjunto de planes y medidas que apuntaron hacia esa dirección: Bono Juancito Pinto, que llega a más de un millón de niños; Renta Dignidad, un programa para todos los bolivianos mayores de 60 años que no tengan otra fuente de ingresos; Bono Juana Azurduy, para las mujeres embarazadas; erradicación del analfabetismo aplicando la metodología cubana del programa Yo Sí Puedo, que llegó a más de un millón y medio de personas y llevó a que la misma Unesco declarara que Bolivia es territorio libre de analfabetismo. También se construyeron numerosos hospitales y centros médicos, y en materia de reforma agraria se hicieron avances fundamentales, al igual que en la recuperación de las riquezas naturales básicas. Como si esto fuera poco tenemos que agregar la permanente preocupación de Evo por concientizar, movilizar, organizar a su base social abandonando los obsoletos aparatos burocráticos que en vez de movilizar paralizan.
Razones de sobra como para explicar porqué hoy Bolivia se pone de pie y recorre caminos de dignidad. Sin embargo, entendemos que cada una de estas razones por sí misma, no alcanza a explicar el éxito del gobierno de Morales. Y no es porque tales acciones sean poca cosa.
El triunfo de Evo es mucho más que un triunfo político o de gestión. Es el triunfo de una nueva mirada, de un nuevo modo de pensar, de pensarnos, de sentir y sentirnos. Es la mirada que reclama un nuevo paradigma capaz de superar la cosmovisión eurocéntrica, esa que algunos terminaron imponiendo a fuerza de garrotes y mentiras. Aquella que autorizaba a Sarmiento a decir “Somos una mezcla maldita de indios y españoles, lo que ha dado mestizos y gauchos”. Ver desde Europa para europeizar la Argentina o el país de América que sea. Mitre, el padre de nuestra historiografía, también funda miradas y escuelas: “Las bayonetas que van al Paraguay llevan en su punta el librecambio”. “Brindo por la feliz unión del capitalismo británico y el esfuerzo argentino”. ¿Lo quieren más claro? Así miraban nuestros próceres. Desde esa mirada construyeron destinos.
Dime qué miras y te diré a dónde irás. Evo Morales sabe a dónde va. Su mirada es tan clara como firme. Ve a su pueblo y dice, no somos Europa, tampoco Estados Unidos. Es más, no queremos serlo, no debemos. El sujeto está aquí y es éste pueblo.
El futuro nos quedó atrás escuché decir alguna vez a un profesor de historia, argumentando que cada vez que surgían propuestas transformadoras de la realidad, las referencias y los modelos a imitar había que buscarlos en el pasado. Ironías de la historia. De la misma manera, el centro que era Europa y Nueva York, nos viene quedando en la periferia. Bolivia nos da una lección que habrá que aprender: el sujeto se ha periferizado, mora en las colonias. El humanismo se ha corrido de lugar. Pretender buscarlo donde ya no está es tarea de necios y mentirosos. Para no ser tales, y aprender la nueva mirada, el primer paso será liberarse de las escuelas que nos ciegan… y también de sus maestros.

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